Me formé como Coach Ontológica y me certifiqué como Mentora de Negocios. En ese camino descubrí algo fundamental: ser bueno/a en lo que hacés no alcanza para construir un negocio sostenible.

Tenía experiencia, ideas y compromiso, pero necesitaba estructura, dirección y una forma clara de ofrecer mi valor. Ahí empezó un proceso personal y profesional en el que aprendí a ordenar, planificar y liderar mi negocio con intención. Me animé a dejar de improvisar, y en ese recorrido validé mi propia metodología: la Rutina Estratégica de Trabajo.

Profesionalizar mi negocio fue lo que me permitió crecer con claridad, generar ingresos recurrentes y sostener lo que hago sin agotarme. Y eso es lo que hoy buscan muchas personas que llegan a mi: profesionalizar su negocio, concretar ideas postergadas y dejar de sentir que siempre les falta algo para avanzar.

Porque al final, lo que cambia no es solo el negocio. Es la confianza con la que volvés a ocupar tu lugar.